En la Texas más profunda, hay un pequeño y tranquilo condado ganadero y agrícola que solo habitan unos 2.500 habitantes. Con nueve veces menos densida
En la Texas más profunda, hay un pequeño y tranquilo condado ganadero y agrícola que solo habitan unos 2.500 habitantes. Con nueve veces menos densidad de población que Teruel, el llamado Condado de Dickens no era más que un pequeño punto dentro de la basta tierra texana, pero en los últimos meses su suerte ha cambiado. Y no, no han encontrado petróleo. Este enclave se ha convertido en el mejor ejemplo de la victoria de Estados Unidos en una de sus múltiples guerras tecnológicas que mantiene con China. ¿Cuál? La que llegó con la última fiebre del oro, que ahora triunfa con granjas construidas en enclaves aislados de la tierra del crudo: la minería de bitcoin.
Mientras en España nos devanamos los sesos para intentar que la siguiente factura de la luz no nos pase por encima y gobiernos y eléctricas pelean por la complicadísima situación del mercado, en Estados Unidos las regiones compiten por todo lo contrario. Entre sus estados, se mira a ver quién tiene la luz más barata y renovable para poder llevar a su terreno a los nuevos millonarios de la fiebre ‘cripto’. Con dos lugares tan dispares como Texas (con condados como el de Dickens construyendo nuevas minas) y Nueva York a la cabeza, el país americano ha conseguido lo que hace solo unos pocos meses parecía una entelequia: conquistar el sector del minado de bitcoin monopolizado por China y que, además, el mercado le aplauda.
Tanto es así que el bitcoin vive en las últimas semanas uno de los mejores momentos. Y aunque sin llegar a romper el récord alcanzado el pasado mes de abril, su precio está más cerca que nunca de conseguirlo, y buena parte de ese ascenso coincide con el cambio en el liderazgo de su minado. Además, claro, de otras noticias que han propiciado el cambio, como el lanzamiento del primer ETF de futuros del bitcoin en Wall Street.
Hasta este verano, China ejercía ese liderazgo con puño de hierro, pero en pocos meses el mapa ha cambiado por completo. El gigante chino decidió prohibir en pocas semanas el minado y el uso de esta criptomoneda en su país para centrarse en el yuan digital y también reducir su contaminación, por lo que los mineros tuvieron que moverse a toda prisa. Al principio, su decisión provocó una durísima caída del mercado ‘cripto’, y un caos en el mercado con el fin de gigantes que habían comandado el sector a nivel global desde hacía años, pero ahora todo eso parece ser historia.
En el gráfico, que hemos puesto encima de este párrafo, se puede ver cómo Estados Unidos es el principal beneficiado del cambio (ahora tiene el 35% de la potencia de minado), pero no es el único. También aparecen como destacados los nombres de lugares como Kazajistán (18%), Rusia (11%) o Canadá (9%), que empiezan a tener un importante peso en el sector (España sigue en un 0,05%). Y tiene pinta de que la lucha tras la caída del imperio asiático aún no ha terminado, pues queda bastante para recuperar el nivel de ‘hash rate’ alcanzado en el momento más dulce de las minas chinas, según la información que recopila la misma universidad. Y otro punto importante: no está claro si todos estos países aguantarán la presión de la fiebre ‘bitcoinera’, porque su consumo energético sigue siendo un reto.
El medio ambiente y la concentración de poder
Si intentamos hacer una comparación entre China y EEUU, las provincias de China que llevaban la voz cantante, Xinjiang y Sichuan, han sido sustituidas por Texas (14% del minado total) y Nueva York (20%), aunque ahí también se cuelan en el listado Kentucky (18%) y Georgia (17%), según un análisis de Foundry USA, el mayor fondo minero de Estados Unidos y uno de los claros ganadores del fin del reinado chino. Este fondo es muy optimista con estos números y pone en valor la apuesta estadounidense por las renovables como una señal de cambio en el mundo de las criptomonedas, pero no todo es tan positivo.
En Nueva York, aseguran que la llegada de estos mineros está reutilizando las estructuras industriales abandonadas aprovechando además el potencial eólico, hidroeléctrico y nuclear del estado (un tercio de su energía ya procede de fuentes renovables). Pero por otro lado muchos vecinos se han quejado de la reactivación de plantas térmicas que incluso ponen en peligro lagos de más de 12.000 años. El propio Gobierno estatal habló de prohibir el minado al menos hasta que se hiciera un profundo estudio para evaluar su impacto, pero Foundry USA señala, en un artículo publicado en la CNBC, que esto podría ser incluso contraproducente para la idea neoyorquina, ya que los mineros se irían a lugares más contaminantes.
Fonte: Elconfidential